4 hábitos que ayudan a calmar el estrés y la ansiedad

El cúmulo de actividades diarias, los múltiples compromisos, los pendientes sin fin y la prisa por cumplir con todo ello, ocasiona que actualmente las personas vivan abrumadas.

La gente pasa sus días en medio del estrés y la ansiedad, con la mente ocupada todo el tiempo, en un perpetuo estado de pensamiento, planificación, arrepentimiento y preocupación, sin poder darse un respiro y sin tregua para la calma.

Entre todo ese caos, hay maneras de salir del estrés y la ansiedad que se han vuelto habituales, pero llevarlas a cabo requiere de tu presencia y atención completas, así como de la disposición para desarrollar nuevos hábitos que te ayuden a sanar y cambiar.

Con paciencia y práctica, puedes transformar tu vida a través de pequeños cambios que te ayudarán a mantener al estrés y la ansiedad a raya, para dar la bienvenida a una forma de vida más adaptable y pacífica. Las siguientes recomendaciones te ayudarán a lograrlo.

1. Date un tiempo de quietud

Para contrarrestar los efectos del rápido ritmo de vida, debes apartar algo de tiempo cada día para reducir la velocidad y sumergirte en actividades que te den momentos de paz y quietud, y que al mismo tiempo te llenan de energía renovada.

Es importante que cada día te des un momento para ti, para alejarte del ruido y las preocupaciones. Piensa en las actividades que te hacen sentir bien, que te dan paz, alegría, calma y te recargan la pila.

Cada persona es diferente, así que estas actividades calmantes y renovadoras pueden ser practicar tu deporte favorito, salir a caminar con tu perro, ir a correr al parque, meditar, practicar yoga, sentarte a leer un libro mientras disfrutas una humeante taza de café o chocolate, tejer, dibujar, colorear, escribir, hacer manualidades, cocinar… en fin, tú te conoces bien y sabes qué es lo que más te ayuda para tener ese oasis de paz que necesitas.

Incorpora esos momentos en tu rutina de autocuidado. Desconéctate del caos diario y date el lujo de la soledad y la quietud; tu mente, tu cuerpo y tu espíritu se lo merecen y te lo agradecerán.

2. Vive el presente con atención plena

Entre tanto ajetreo, la verdad es que pasas la mayor parte del tiempo en modo “piloto automático”. Sigues los mismos caminos, las mismas rutinas y pocas veces te detienes a poner atención a lo que está en tu mente, a lo que absorbe tus pensamientos.

Esta falta de autoconsciencia profunda puede llegar a ser alienante y afecta todos los aspectos de tu vida, especialmente las relaciones, ya que suele distanciarte de los demás y, peor aún, de ti mismo.

La práctica de la atención plena te puede dar claridad y hacerte ver las creencias y patrones inconscientes que te limitan. Te ayuda a observar tus pensamientos y a dónde te conducen, ver dónde te autodestruyes, y en lugar de juzgarte por tus debilidades y fracasos, te enseña a tomar posesión de tus acciones y tu vida.

La atención plena es empoderadora; es lo contrario de la ansiedad. En lugar de preocuparte y tratar frenéticamente de controlar tu entorno, te enseña a ser abierto, reducir la velocidad y observar lo que sucede dentro de ti y a tu alrededor, para responder de manera auténtica en lugar de reaccionar por vergüenza o miedo.

3. Practica la gratitud

La mente humana suele recordar con más fuerza los eventos negativos que los positivos, porque los primeros producen más actividad neuronal que los segundos. Así que es normal que sientas que te enfocas mucho en los problemas y esto te genera estrés y ansiedad.

La buena noticia es que esta tendencia se puede revertir al practicar la gratitud y dirigir conscientemente tu atención a las cosas positivas y bellas que hay en el mundo y en tu vida. Y no tiene que ser algo grande o demasiado relevante, sino esas pequeñas cosas que despiertan tu alegría y traen luz a tu día.

La gratitud se trata de vivir y celebrar el presente. Cuando disminuyes la velocidad para hacer esto, comienzas a incluir todo en tu vida (lo bueno y lo malo, los altibajos) y cambia tu perspectiva. Te das cuenta de que hay mucha belleza y alegría, a pesar de todas las dificultades.

Para practicar la gratitud todos los días es recomendable que lleves un diario de gratitud, en el que cada noche anotarás esas pequeñas y grandes cosas que te hicieron feliz o te arrancaron una sonrisa. Puedes agregar dibujos, fotografías, recortes, todo lo que te ayude a mantener vivos esos instantes de felicidad.

Cada vez que lo necesites, sumérgete en esos momentos: revívelos completamente en tu memoria. Esto entrenará tu mente para enfocarte en lo bueno y mantenerte alejado del miedo y la negatividad.

4. Reconecta contigo mismo

Una gran parte de lo que alimenta tu ansiedad está en la sensación de estar perdido en un mar de cosas por hacer, pendientes interminables, responsabilidades laborales y obligaciones familiares.

Todo esto dificulta que hagas una pausa para reflexionar sobre cómo te sientes, qué quieres o necesitas en un momento dado. Y así acabas por desconectarte de tus propios deseos y de tu esencia.

Por eso es importante reconectar con tu profunda esencia interna, ya sea a través del diario, la meditación, el juego o la terapia. Prueba con diferentes opciones hasta que encuentres la que mejor te ayude a conectar con tu yo interno.

Esto te ayudará a conocerte y comprenderte mejor, al conectar con tus necesidades, deseos, miedos y complejos. También te ayudará a ser más compasivo contigo mismo al aprender a reconocer, aceptar y dejar fluir tus emociones y sentimientos.

Además, te permite reconectar con la fuerza y ​​el coraje que necesitas para superar los obstáculos, fortalecer tu capacidad de recuperación y el poder sobre cómo experimentas y respondes a la vida. Esto te dará más fuerza, resistencia y resiliencia para enfrentar la vida con todo y sus adversidades, así como la capacidad de disfrutar sin restricciones de los buenos momentos.

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