¿Qué tan buenas son las duchas de agua fría para la salud?
La exposición al agua fría se ha convertido en una tendencia central del bienestar. Vemos que influencers y atletas prometen mejoras en el estado de ánimo y la recuperación, ¿pero qué tan sólida es la ciencia detrás de este shock helado? Antes de seguir la recomendaciones, entendamos qué dicen los investigadores y qué precauciones se deben tomar.
1. El potencial fisiológico: despertar inmediato y enfoque
Cuando el agua fría impacta la piel, el cuerpo desencadena automáticamente la "respuesta de choque por frío". Esta reacción fisiológica es la responsable de la sensación de alerta inmediata. El cuerpo lanza una oleada de hormonas del estrés, principalmente adrenalina y norepinefrina, que provocan un aumento momentáneo en la frecuencia cardíaca y la respiración. Este pico hormonal funciona como un shot de energía natural que te hace sentir instantáneamente despierto y mejora significativamente el estado de alerta y la capacidad de enfoque durante el día.
2. Beneficios para el estado de ánimo y el éstrés
Algunas investigaciones sugieren que la exposición al frío puede tener un impacto positivo en el bienestar psicológico, al margen de la sensación de shock inicial. Esta práctica se ha relacionado con la liberación de neurotransmisores que mejoran el estado de ánimo, como la dopamina. Además, la exposición repetida al frío entrena al cuerpo a ser más flexible, facilitando la transición entre el estado de "lucha o huida" (estrés) y el de "descanso y digestión". Esta mayor resiliencia fisiológica puede traducirse en una mejor capacidad para manejar el estrés diario y una mayor estabilidad emocional.
3. El vínculo con el sistema inmunológico y la salud general
La exposición breve y controlada al agua fría es vista como una forma de dar un "llamado de atención" al sistema inmune. La activación del sistema nervioso simpático moviliza ciertas células inmunes que ayudan a combatir infecciones. De hecho, un ensayo con más de 3 mil participantes en Países Bajos descubrió que terminar la ducha caliente con una ráfaga de agua fría de 30 a 90 segundos resultó en un 30% menos de días de enfermedad tomados. En resumen, la ducha fría, como hábito complementario, puede ser un excelente impulso para la salud, promoviendo una mejor circulación y un sistema de defensa más atento.
Precauciones y diferencias clave
Es crucial diferenciar la ducha fría de la inmersión total en hielo y reconocer que no es una práctica universalmente segura. La ducha fría es un estímulo rápido y controlado que enfría la piel, activando los vasos sanguíneos y las hormonas. Un baño de hielo (por debajo de 10°C baja rápidamente la temperatura central del cuerpo, lo que conlleva un mayor riesgo de arritmias, hipotermia y es un estrés mucho más intenso.
¿Quién debe evitarla? Las duchas frías pueden ser riesgosas. Las personas con antecedentes de problemas cardiovasculares, hipertensión no controlada, o problemas circulatorios (como el Síndrome de Raynaud) deben consultar a su médico antes de empezar, ya que el shock inicial puede causar un desvío inadecuado del flujo sanguíneo.
Cómo empezar sin congelarse
La consistencia es más importante que la intensidad al principio. Para adaptar tu sistema, la recomendación es comenzar terminando tu ducha caliente habitual con 30 segundos de agua fría o templada-fría (alrededor de 20 °C). Con el tiempo, extiende la duración a uno o tres minutos, y disminuye gradualmente la temperatura.
Los cardiólogos sugieren que exponerse a temperaturas de 10 °C a 15 °C por uno a tres minutos es suficiente para obtener beneficios cardiovasculares sin el riesgo de una inmersión completa. La clave es encontrar una zona que sea incómoda, pero tolerable, permitiendo que el cuerpo se adapte a esta tensión fisiológica con el tiempo.
Con información de Time

