Las mascotas también se deprimen: señales, causas y cómo ayudarles
Durante mucho tiempo se pensó que la depresión era un padecimiento exclusivo de los humanos, pero hoy la ciencia veterinaria reconoce que nuestras mascotas, en particular perros y gatos, también pueden desarrollar este trastorno emocional. La depresión en animales de compañía no es solo un "día triste"; es el estado final de un estrés crónico que requiere nuestra atención.
¿Cómo identificar a una mascota deprimida?
Si notas que tu compañero animal está inactivo o presenta conductas que no son habituales, podría estar deprimido. Es crucial observar su comportamiento, ya que los animales no pueden comunicarnos verbalmente lo que sienten.
El proceso de la depresión en las mascotas suele pasar por varias etapas:
Aburrimiento
Ansiedad
Falta de interés
Depresión (el estado final)
Señales clave de alerta
Inactividad y tristeza: el perro o gato está constantemente inactivo, triste y no responde a estímulos externos, como su juguete favorito o la invitación a salir.
Cambios en el apetito: falta de apetito y pérdida de peso, o en raras ocasiones, un aumento excesivo de la ingesta.
Comportamientos compulsivos:
Lamerse demasiado hasta causar la pérdida de pelo (alopecia por lamido)
Corretearse la cola
Cazar moscas inexistentes
Agresión inexplicable: en ocasiones, puede haber un incremento de la agresión sin una razón clara.
Indefensión aprendida: es una manifestación de depresión observada en perros que han sido sometidos a entrenamiento basado en castigo y trato violento; simplemente dejan de actuar o reaccionar.
Las raíces de la tristeza canina y felina
La depresión en las mascotas casi siempre tiene su origen en factores ambientales o cambios drásticos en su vida social y familiar.
Pérdidas significativas: el abandono o la pérdida de un dueño o de otro animal con el que compartían un fuerte vínculo afectivo puede provocar una tristeza exacerbada.
Aislamiento y soledad prolongada: los perros son animales sumamente sociales que necesitan compañía. Dejarlos solos y en encierro por tiempos muy largos les produce una profunda tristeza.
Estrés crónico: el hacinamiento, la imposibilidad de moverse libremente o el trato violento y los castigos constantes (como ocurre en algunos casos de adiestramiento o en animales de circo) son fuentes importantes de estrés que conducen a la depresión.
Ruptura del vínculo de apego: Los perros forman lazos de apego con sus cuidadores humanos. Cuando este vínculo se rompe de forma abrupta (como en el abandono), experimentan altos niveles de ansiedad y confusión, desarrollando una inhibición conductual que se confunde con calma, pero que en realidad es una forma de depresión.
¿Qué hacer si sospechas depresión?
Ante cualquiera de estos signos, la recomendación de los especialistas es clara:
1. Descartar problemas médicos. El primer paso es llevar a tu mascota a una revisión física con el veterinario para descartar cualquier enfermedad o problema médico que pueda estar causando los síntomas.
2. Buscar ayuda profesional del comportamiento. Si el animal está sano físicamente, el siguiente paso es consultar a un etólogo, especialista en comportamiento animal, o a un médico veterinario especialista en Etología Clínica.
El etólogo realizará un examen conductual para determinar el tipo de problema y ofrecerá la mejor estrategia para tratarlo. En muchos casos, las soluciones implican enriquecer el ambiente del animal, aumentar la actividad física y social, y modificar las rutinas que generan el estrés.
Reconocer la vida emocional compleja de nuestros animales es fundamental. El compromiso de tener una mascota va más allá de darles amor; implica garantizar un ambiente seguro, social y libre de castigos. Una adopción responsable es la base para asegurar el bienestar físico y emocional de quienes consideramos nuestros mejores amigos.
Con información de Ciencia UNAM