La química del amor: Así decidimos a quién amar
¡Ay, el amor! Este sentimiento siempre encuentra la manera de aparecer en todas las sociedades, a veces cuando menos se le espera. El amor, que ha sido elemento clave en el desarrollo de la historia de la humanidad, es un sentimiento con una conexión con el cerebro y la química.
Es díficil saber en qué momento te vas a enamorar, pero en algún momento nos llega, y es difícil decifrar cómo se siente, sin embargo, esa atracción, esas mariposas en el estómago, son inconfundibles. El picólogo Robert Stenberg señala que el amor está determinado por tres elementos: la intimidad, la pasión y el compromiso.
Los 8 tipos de amor
Según la teoría triangular del amor, existen ocho tipos de amor: no amor, simpatía, enamoramiento, amor vacío, amor romántico, amor de compañía, amor fatuo y amor consumado (el amor verdadero, para el que se requiere intimidad, pasión y compromiso).
La psicóloga Elaine Hatfiel aclara que amor y enamoramiento no son lo mismo. Durante el enamoramiento la sensación de algo invencible aparece con mucha fuerza, aunque dura poco. Este sentimiento mueve al amor apasionado y puede derivar en amor de compañía, el que te mantiene toda la vida (o una buena parte de esta) al lado de una persona.
Así reacciona el cerebro
La antropóloga Helen Fisher, que ha estudiado gran parte de su vida la neurobiología del amor, comprobó la reacción del cerebro ante el estado de enamoramiento. Se detectó actividad en la zona tegmental ventral del cerebro, que se encarga de producir dopamina, y en el núcleo caudado. Estas zonas integran la parte del sistema básico de recompensa, asociado a su vez con la motivación que impulsa a las personas a alcanzar unos objetivos.
Los especialistas explican que cuando estás enamorado, algunas zonas del cerebro se apagan. La corteza prefrontal del cerebro, que sirve para tomar decisiones racionales, queda desconectada por la lujuria y la atracción. También descienden los niveles de serotonina, el neurotransmisor vinculado al control de las emociones.
Se ha encontrado similitud entre el trastorno obsesivo-compulsivo y el enamoramiento. Donatella Marazziti, profesora de psiquiatría de la Universidad de Pisa, realizó un estudio para medir los niveles de serotonina en sangre de 24 personas que declararon haberse enamorado en los últimos seis meses. Unos individuos que también manifestaron pasar al menos cuatro horas al día pensando de forma obsesiva en la persona amada.
Al compararlo con otro grupo de personas que no sentían ese deseo intenso hacia otra persona, comprobaron que los niveles de serotonina en sangre de las personas enamoradas o con TOC eran un 40% más bajos que los de los quienes no presentaban ningún tipo de trastorno. Unos resultados que reflejaron la semejanza química en el cerebro del amor y el trastorno obsesivo-compulsivo.
Con información de El Confidencial